Casi todos conocemos la salsa de mostaza que usamos como aderezo, que le brinda a nuestros platos un característico sabor picante. La elaboración de esta salsa tiene como principal ingrediente las semillas que se extraen de las flores amarillas de la planta de mostaza, donde se encapsulan. También son útiles como condimento, las semillas, que pueden comprarse enteras o en polvo, o en forma de aceite. Hay tres variedades: negra, parda y blanca. La mostaza se usó como condimento en las antiguas civilizaciones, egipcias, griegas y romanas, donde tenía una connotación simbólica como “granos de la abundancia”. Fueron justamente los romanos las que la llamaron “mustum ardens”, que puede traducirse como “mosto ardiente” porque la agregaban a los jugos de uva (el mosto es el jugo de uva); y de allí proviene etimológicamente su denominación. Pitágoras tenía la hipótesis de la mostaza mejoraba el ánimo.

La mostaza realiza importantes aportes nutritivos, ya que contiene proteínas, fibras, Vitamina A, algunas del complejo B, y varios minerales: potasio, fósforo, magnesio, selenio y sodio.

Aporta muy pocas calorías y colesterol, por lo cual conviene reemplazar la mayonesa por la mostaza cuando se pretende no subir de peso. Es además ideal para favorecer la digestión.

Aplicadas externamente, como cataplasma, las semillas de mostaza, envueltas en una gasa proporcionan al cuerpo calor, por cual alivian las afecciones bronquiales y pulmonares; y además, las contracturas musculares y los dolores reumáticos. Es además, desinfectante.

Les dejo la receta de salsa de mostaza. Como aspecto negativo, puede ocasionar alergia a algunas personas.