El aceite de maíz, posee muy baja acidez y su color es claro. Se recomienda comprar aquellos que se hayan obtenido del grano fresco por presión en frío. Es apto para su consumo crudo, recomendándose en este caso que sea virgen; o al horno o en frituras, donde conviene que sea refinado, pues es más estable y resiste mejor la acción del calor (otros aceites que resisten muy bien el calor son el de soja, canola y girasol), Su sabor es muy suave y agradable, siendo un poco más intenso el gusto en el virgen. Es muy apto para hacer mayonesas, margarinas, condimentar ensaladas o usar en pastelería.

Posee ácidos grasos oleicos (insaturados) y linoleicos (poliinsaturados). Éste último aporta aceite Omega 6. La presencia de este ácido graso Omega 6, lo hace sumamente eficaz para disminuir el colesterol malo. Así se demostró en el trabajo de investigación que realizaron en el año 1956 Jones y Reiss, pertenecientes a la Universidad de Chicago, que experimentaron con pollos, aunque dejamos sentada nuestra opinión totalmente contraria a realizar este tipo de acciones sobre indefensos pollitos a los que les provocaron adrede la hipercolesterolemia.

El canadiense Horlinck lo usó en humanos afectados de colesterol alto, con excelentes resultados, siendo recomendado en la prevención de la arteriosclerosis.

Contiene también algo de ácidos grasos saturados y abundante vitamina E, por lo cual es antioxidante y contribuye a mejorar la circulación sanguínea y proteger el corazón. No utilizar en exceso pues contribuye a subir de peso, por contar con muchas calorías.

Aplicado externamente actúa como suavizante de la piel y del cabello.