El comino o alcamonia o científicamente llamado “Cuminum Cyminum L”, se utiliza en la cocina como condimento o especia, desde la antigüedad egipcia, siendo el fruto la parte valorada, presentando un sabor un tanto amargo y picante, pero agradable, y su aroma es fuerte. Tiene parentesco con el hinojo, con quien comparte muchas de sus propiedades.

Actúa como diurético, estimulando la función renal y favoreciendo la eliminación de líquidos lo que ayuda a depurar el organismo, reduciendo edemas y contribuyendo a curar las infecciones urinarias y los cálculos renales.

Es antiespasmódico y astringente por lo cual se lo recomienda para dolores intestinales y diarreas, siendo además muy positivo en el tratamiento de las dispepsias, y las flatulencias consecuentes.

Para las mujeres en etapa de amamantamiento, estimula la producción de leche. Posee un aceite esencial que lo convierte en útil como relajante muscular. Combate parásitos intestinales y estimula el apetito.

Regula la glucosa en la sangre, y es hipoglucemiante, por lo cual se lo prescribe a los diabéticos, siendo reconocido como preventivo del cáncer de colon.

Se usa, además de cómo condimento, para que sea más efectivo, en sus aplicaciones medicinales, en forma de infusión, a razón de una cucharadita de comino por taza de agua. Una cucharadita de comino, aporta aproximadamente 0,89 grs. de proteínas,0,003 grs. de hierro; 0,046 g. de calcio (recomendable en osteoporosis); 0,89 grs. de potasio (útil para deportistas); 0,03 grs. de hierro (bueno para la anemia) y 2,21 grs. de carbohidratos.

Es muy usado en la cocina hindú, zona de la que es originario; en la española y en la mexicana.