La soja texturizada se obtiene sometiendo la soja a un proceso de pelado, quite del aceite, texturizado y deshidratación.

La soja texturizada es un gran hallazgo sobre las posibilidades de alimentarnos sanamente y con muchas más opciones, ya que permite, hacer con ella bocadillos, croquetas, pasteles, etcéteras pues la que tiene contextura finita hace las veces de carne picada; y la más gruesa (no la uso porque me impresiona su parecido con la carne, sobre todo porque resulta un poco gomosa) nos posibilita hacer guisos o soja al horno con patatas, por ejemplo. La más finita permite también preparar una “salsa boloñesa”. El color es claro; si desea oscurecerlo, eso se logra con la salsa de soya. Se debe buscar aquella soya que sea orgánica, prefiriéndola a la transgénica, que aún cuando no estén probados sus peligros, podría ocasionar problemas en la salud, como cualquier otro producto genéticamente modificado.

Cuando la compramos en las casas naturistas, estará deshidratada, y es por ello que la debemos hidratar unos 15 minutos, y luego enjuagarla bien antes de usarla. Su sabor es neutro, por lo cual conviene siempre añadirle condimentos (ajo, cebolla, sal, pimienta, salsa de soya).

Su contenido proteico es muy alto, duplicando el que proporciona la carne. Además de proteínas, su aporte principal; brinda hidratos de carbono, fibras, casi todas las vitaminas y varios minerales (hierro, fósforo, potasio y magnesio). En cuanto a las calorías, 100 gramos de soja texturizada suman a nuestro organismo, trescientas setenta y cinco. Esto que parece mucho, en realidad lo contiene la soya seca, pero al hidratarse se “hincha” mucho y 100 gramos nos rinde más del doble, por lo cual si comemos 100 gramos de la soya hidratada, solo ingeriremos 136 calorías aproximadamente, casi lo mismo que igual porción de carne desgrasada. Por supuesto tener en cuenta que le sumaremos calorías si por ejemplo, hacemos croquetas y le añadimos harina o pan rallado.