Los progresos y el confort de la modernidad no han venido solos. Vivimos con mayores comodidades y placeres, con muchos avances tecnológicos y científicos que facilitan nuestra vida, pero a la par, hemos contaminado el aire, el suelo, el agua, y en general todo nuestro medio ambiente urbano, incluso con contaminación visual y sonora, y eso nos predispone a enfermarnos de muchas dolencias como asma, estrés, jaquecas, e incluso enfermedades tan temibles como el cáncer, especialmente de pulmón y vejiga. La contaminación del aire es una de las causas de que los bebés nazcan con bajo peso o de modo prematuro.

En las ciudades con mayor concentración de industrias, como India y China; y parque automotor, como en las grandes ciudades europeas, los riesgos son mayores.

Protegernos contra la contaminación es un derecho que los ciudadanos podemos reclamar al Estado para que tome medidas tendientes a controlar los niveles de contaminación, tratando de que el desarrollo y el progreso sean sustentables y lo menos nocivo posibles. La ciudadanía que tanto se moviliza para reclamar por mejoras salariales o bajas de impuestos, debería tener en su agenda, peticionar a las autoridades por el derecho constitucional de un ambiente saludable.

Desde nuestra cotidianeidad podemos también hacer mucho. Separar los residuos aptos para el reciclaje, usar lo menos posible productos químicos para el mantenimiento de nuestro hogar y jardín, ahorrar energía, consumir productos orgánicos, tratar de no radicarnos en lugares cercanos a fábricas y sí a parques y plazas, caminar o andar en bicicleta de ser posible para evitar utilizar el automóvil, concientizar a nuestros hijos sobre el respeto al medio ambiente, pues esta tarea no acaba con nosotros, sino que tiende a agravarse y a perjudicar aún más a las generaciones futuras.

Tomar mucha agua resulta altamente saludable ya que los contaminantes que ingresan a nuestro cuerpo pueden eliminarse por orina. Entre los alimentos, se le reconoce al brócoli una gran acción purificadora del organismo.