El stretching consiste básicamente en estirarse y elongar, para lograr tener un cuerpo flexible en sus músculos y articulaciones. Sirve para todos, aún para quienes creen que genéticamente tienen poca capacidad de estiramiento. Indudablemente a pesar de ello, se puede mejorar en forma considerable. Problemas tales como la escoliosis, la lumbalgia, la cifosis y la lordosis, se ven muy beneficiados con el stretching, además de mejorar la respiración, la circulación sanguínea y la digestión. Es además altamente relajante.

Al igual que otras técnicas, como por ejemplo, el yoga, se basa en posturas y propicia el relajamiento y la meditación, aunque el yoga intenta que la mente se involucre en el proceso que realiza el cuerpo, para controlarlo, y crear armonía entre ambos. El stretching también favorece la relación cuerpo-mente, pero de un modo menos explícito. Ambas trabajan conjuntamente la respiración. Algunos prefieren stretching, otros yoga, ambas disciplinas son excelentes, y es cuestión de ver las preferencias personales para adoptar una u otra. Recordemos que con el paso del tiempo y la falta de estiramiento cada vez nos “sentimos más duros” y comienzan a aparecer problemas posturales y de movilidad.

La calidad de los movimientos es esencial, no importando que se los haga en forma veloz, pero sí exige continuidad en la rutina. Hay que ser cuidadosos con el modo de estirar, pues un movimiento no adecuado puede lesionar los músculos y las articulaciones.

El stretching permite estirar aquellos músculos que por malas posturas o sedentarismo, estén acortados. Tonifica los músculos y favorece el estiramiento de la columna vertebral. Se trata de crear un equilibrio entre flexibilidad y fuerza, pues se elonga y a la vez se realizan contracciones musculares.