Es imposible no sufrir estrés, todos los animales padecen este síntoma que nos avisa de alguna posible amenaza, que nos perturba e incomoda. En los humanos hay muchas causas que lo provocan: alguna enfermedad propia o de alguien del entorno, un viaje, un examen, no llegar a tiempo a una cita, un duelo, un trabajo nuevo, ir a una reunión importante, etcétera. Sin embargo no todos sufrimos el estrés de la misma manera, ni por el mismo lapso de tiempo, y en algunos puede afectar considerablemente la salud.

El estrés provoca reacciones en el organismo, que varían de un individuo a otro, siendo las más usuales: el corazón se acelera, se producen sudoraciones, aumenta la presión arterial, se producen reacciones alérgicas y problemas digestivos (diarrea, estreñimiento, flatulencias, náuseas, vómito), cambios en la regularidad menstrual, aumento del colesterol y en casos graves hasta desmayos.

El estrés es lógicamente mucho más grave si es prolongado, pudiendo afectar el sistema inmune, y esto puede acarrear graves dolencias, como enfermedades coronarias o cáncer. El estrés también puede conducir a cuadros depresivos.

Realizar actividad física, como caminatas, natación, yoga o pilates, escuchar música, leer, dormir la cantidad de horas suficiente, tratando de relajarse antes de acostarse, consumir alimentos anti stress, pueden ayudar a luchar contra este enemigo natural, pero también social, ya que las presiones de la vida moderna, contribuyen a acentuar sus niveles, por lo cual es importante no sobre exigirse ni intentar llegar a los parámetros de ascenso social que tal vez intentemos alcanzar solo porque otros lo lograron, probablemente a expensas de su salud.

Identificar la causa o causas es fundamental, ya que tal vez podamos hacerlas desaparecer, por ejemplo si es el trabajo, podemos elegir otra ocupación más tranquila o más gratificante, o delegar tareas, o si es una situación familiar tratar de buscarle una solución, hablando con quien nos provoca el estrés, buscando algún cuidador si hay un enfermo, etcétera. Escribir un reporte diario de las situaciones que nos van estresando a lo largo del día ayuda para identificar el problema.