La batata es un tubérculo, originario de América Central, denominada científicamente “Ipomoea batatas”, perteneciente a la familia de las covolvulaceas, que es también conocida como papa o patata dulce o como camote. En su aspecto exterior es parecida a la papa aunque su color es más rojizo y en general es más alargada, y su sabor más dulce. Su pulpa cruda es dura y de color amarillo o anaranjado. Cuando la compremos debemos elegir las que estén sin manchas y duras. Se las debe guardar en lugar seco y oscuro, ventilado y sin protección de bolsas de nylon.

Posee muchos betacarotenos, por lo cual contribuiría a prevenir el cáncer de esófago y otras formas de cáncer, además de ser muy buena para la visión y para la piel, por poseer tocoferol. También posee vitaminas del complejo B, proteínas y minerales, especialmente yodo, muy importante para los hipotiroideos; y potasio, esencial para los deportistas. Es depurativa y mejora la función renal. El ácido fólico la hace un alimento importante en la dieta de las embarazadas y sus carotenos la hacen recomendable para quienes sufren enfermedades cardiacas, ayudando a regular el colesterol.

No contiene grasas, aunque sí hidratos de carbono. Una patata chica aporta 28 grs. de hidratos de carbono y 120 calorías, por lo cual no conviene consumirla en exceso si se desea adelgazar o mantener el peso saludable. Al contener azúcar pareciera no recomendable su consumo en diabéticos, aunque se comprobó mediante un estudio que por el contrario, la pectina que contiene disminuye las posibilidades de que se absorba el azúcar, reduciendo la resistencia a la insulina. Está recomendada por la Asociación Americana de la Diabetes.

Pueden hervirse, freírse o asarse. Son ideales para puré, al horno, gratinadas, en sopas, ensaladas, y es el ingrediente básico del riquísimo dulce de batatas.