Es un vegetal económico, muy conocido como condimento, desde los orígenes de las civilizaciones, tal vez proveniente de Afganistán. La planta de cebolla, cuyo bulbo es comestible, es despreciada por muchos por ocasionar mal aliento bucal, al consumirla cruda, pero poco conocida por sus beneficios sobre el organismo.

Tiene muchas vitaminas (A, B, C y E) además de aportar aminoácidos, azufre, bromo, calcio, zinc, cobre. cloro, cobalto, hierro, fósforo, yodo, magnesio, níquel, potasio, y silicio. Contiene además, en menor cantidad, fibras, proteínas y grasas.

Abre el apetito y depura el organismo, contribuyendo a la eliminación de toxinas (de allí que la transpiración al consumir cebolla puede ser de olor fuerte) siendo muy buena para la diabetes, por contener glucoquinina. Combate el estreñimiento, siendo muy buen diurético, por su alto contenido en agua (89 %), desinfectante y antitrombótica. Posee aliina que le confiere beneficios bactericidas y fungicidas, y es buena para la función cardiovascular y la regulación del ciclo menstrual. Previene enfermedades, mejora el colesterol, el ácido úrico, los problemas de próstata, y reduce el riesgo de trombosis, al contribuir a fluidificar la sangre. Por si fuera poco es antioxidante y antidepresiva, evitando el insomnio.

Su ingesta sirve también para todo tipo de molestias respiratorias, recomendándose en este caso, tomarlo caliente con miel y limón. Sus aplicaciones externas son calmantes y curativas, en caso de picaduras de insectos, quemaduras, para quitar manchas cutáneas y en caso de sabañones. El jugo de cebolla es muy bueno para la piel y para tener el cuero cabelludo libre de caspa, al friccionar la cebolla por la cabeza, además de fortalecer el cabello, evitando su pérdida.

Elegir al comprarlas aquellas que se presenten duras y sin brotes, guardándolas en lugar seco y sin luz, no en la heladera.