La nuez moscada, propia de Indonesia, pero con cultivo actualmente extendido a nivel mundial, es un polvo amarronado, que se obtiene de la baya seca de un árbol llamado mirística del que también se obtiene el macís; y sirve como condimento aromático de sabor cítrico, entre dulzón y picante, por lo cuál se recomienda usar solo una pizca.

Con nuez moscada suelen condimentarse platos dulces o salados, siendo un ingrediente necesario en la salsa blanca o bechamel. Es común adquirirla ya en forma de polvo aunque puede rallarse directamente sobre las preparaciones.

La nuez moscada es una aliada para combatir bacterias, por ejemplo, la tan temida Escherichia Coli, e inflamaciones. Es muy saludable para el corazón, previene trombos por su acción anticoagulante, y favorece la circulación de la sangre.

Se recomienda para quienes padecen problemas intestinales (enfermedad de Crohn, flatulencias o diarreas) e insomnio. Es antioxidante y un sedante natural, y por ello calma la ansiedad y actúa también como afrodisíaco.

Sin embargo debe evitarse consumirla en cantidades (no más de una cucharadita al ras por día) ya que puede actuar como alucinógeno y además dañar el hígado. No debe ser consumida o solo en cantidades mínimas, por embarazadas.

Mezclando nuez moscada con miel puede usarse externamente como exfoliante de la piel. En forma de aceite y aplicada con masajes sobre las áreas afectadas, es útil para quienes sufren de dolores musculares y articulares. En forma tópica calma los dolores de muelas y dientes y las inflamaciones o infecciones bucales.