La ortiga o científicamente “urtica dioica” es una planta muy rica en minerales, lo que la hace vigorizante y tonificante. Contiene flavonoides, que resultan antioxidantes, y potasio, con acción diurética, y de depuración del organismo. Es increíble que esta planta, que cuando la tocamos, sus pelos nos produce irritación en la piel, por contener acetilcolina, produzca tantos beneficios. Para que puedan usarse y pierdan el efecto urticante, las hojas deben secarse en un lugar ventilado y a la sombra.

Se utiliza para combatir arenillas; problemas gastrointestinales, por contener secretina, que facilita la digestión; para tratar la gota, la diabetes, los resfríos, la fatiga, el stress, la anemia (por su contenido en hierro), el estreñimiento, el reuma, el bocio (por poseer yodo), mejora la circulación de la sangre, y además es vasoconstrictora, por lo cual detiene las hemorragias. Muy recomendada para mujeres que padecen de metrorragia. Empapando un algodón con el jugo de ortiga podemos detener una hemorragia nasal, introduciéndolo en la fosa afectada.

Las mujeres en etapa de amamantamiento pueden aumentar la secreción de leche, consumiendo infusiones de ortiga.

Contiene azufre que favorece la función hepática; y por sus ácidos oleico y linoleico, es buena para la ictericia.

Así como dijimos que las hojas tienen un efecto ligeramente laxante, la raíz resulta astringente, o sea combate la diarrea.

Entre sus vitaminas podemos mencionar: Vitamina A, B2, C, E y K y aporta considerables cantidades de proteínas y calcio.

Se consume como infusión, hirviendo 30 gramos de hojas de ortiga (recoger las superiores que no son tan amargas) en un litro de agua. Se deja en reposo por cinco o diez minutos, y luego de colarlo se toman hasta dos tazas por día. También puede cocinarse como otra verdura y usarse en tartas, croquetas, sopas, tortillas o purés.