La sábila (término posiblemente de origen árabe con el significado de planta con espinas) es una planta de hojas carnosas (que parece un cactus pero no lo es) que integra la familia de las liliáceas, siendo por ello pariente del ajo y la cebolla. Sus beneficios como planta medicinal son sorprendentes, y aunque el más difundido es su uso tópico, también puede beberse con buenos resultados, pues contiene varias vitaminas del complejo B, ácido fólico, magnesio, manganeso, potasio, calcio, selenio, cromo, zinc y aminoácidos esenciales, y posee la función de favorecer a quienes padecen hipertensión, problemas cardiovasculares, circulatorios, articulares, óseos y gastrointestinales; tumores, úlceras y cálculos renales. Refuerza, además el sistema inmune, regenera las células dañadas y desintoxica el organismo. La dosis diaria recomendada de jugo de aloe vera es de entre 50 y 100 ml. y no debe guardarse por más de un par de días, en envase cerrado y en la heladera.

Sin embargo, si se desea preparar el jugo en forma casera tener mucho cuidado ya que la hoja que envuelve el “jugo” contiene una sustancia que puede resultar tóxica. No debe ingerirse ni la corteza ni la capa amarilla. Se debe retirar estas capas externas y lavar bien la pulpa. Lo que se usa es el gel de sabor muy amargo que puede mezclarse con algún jugo de frutas cítricas.

A la sábila también se la conoce como aloe vera y los egipcios la llamaron “planta para la inmortalidad” reconociendo los milagros de su uso. Su aplicación externa es totalmente inofensiva y proporciona gran poder antiinflamatorio, antimicrobiano, cicatrizante, cierra los poros de la piel, combate la caspa y la seborrea.