Este mineral es fundamental en el desarrollo de plantas, animales y seres humanos. En las personas, los huesos renuevan su tejido óseo, formándose en los primeros años de vida gran cantidad, que compensa y supera a la cantidad que se destruye, pero paulatinamente se genera cada vez menos, hasta que en la edad adulta se destruye más calcio de lo que se genera. Este proceso se agudiza en las mujeres menopáusicas, que al no liberar estrógenos, no cooperan en el metabolismo del calcio. Las mujeres en esta condición necesitan diariamente 1.500 mg. de calcio, en otras situaciones, se precisan 1.000 mg.

Encontramos el calcio fundamentalmente en la leche y sus derivados. En las verduras también se halla aunque en menor cantidad, siendo las principales fuentes de calcio, el brócoli, las nueces, las lentejas, la col, las espinacas y el pan integral.

Es conveniente consumirlo en forma natural para no provocar excesos en su ingesta, pero de ser prescripto por el médico, se combina con magnesio, en proporción de la mitad de magnesio sobre el total de calcio.

Además de ser fundamental para la masa ósea, y los dientes, es muy importante para los músculos, como transmisor nervioso y en los procesos de coagulación sanguínea. Si el calcio que se consume no es suficiente el organismo usa para su funcionamiento la reserva contenida en los huesos, que se debilitan.

Además de administrar al cuerpo suficiente calcio, es fundamental tomar un poco de sol (por ejemplo haciendo deportes al aire libre) ya que junto al magnesio, la vitamina D, que se activa con los rayos solares, es esencial para la absorción del calcio.