El dulce fruto de la planta de melón o científicamente llamada “cucumis melo”, propia de los climas cálidos, es muy preciada por sus múltiples beneficios para la salud humana, aportando muchas vitaminas, especialmente betacarotenos que se convierten en vitamina A, vitamina B 6, vitamina E y vitamina C, lo que lo torna en antioxidante y preventivo del cáncer; y nos otorga además, minerales: calcio, hierro, potasio, fósforo y magnesio.

Sin embargo, al contener mucha azúcar, no es apto para diabéticos ni para regímenes para adelgazar, aunque las calorías que aporta no son demasiadas (35 calorías por 100 gramos) y sí sirve en casos de hipoglucemia. Por el contrario, es muy bajo su contenido en sodio, por lo cual es apto para dietas contra la hipertensión arterial.

Depura el organismo, quitando las manchas dérmicas, granos y acné, y favorece la circulación sanguínea por contener adenosina.

Combate el estreñimiento, pues sus fibras le confieren efecto laxante. Al contener hierro favorece a combatir los cuadros de anemia. Sirve, al ser diurético, por su altísimo contenido en agua (el 90 %) para tratar la gota, el reuma, la artritis, la insuficiencia hepática y la litiasis urinaria.

Al contener un 60 % de sales minerales alcalinas se prescribe en casos de acidosis. Otros usos es para combatir las hemorroides, consumiéndolo, o en forma de cataplasmas. Esta aplicación externa también funciona en caso de quemaduras y en general, para hidratar la piel, previniendo las indeseables arrugas.

Puede ofrecérselo a los niños a partir de los dos años, salvo que padezcan diarrea. Al elegirlo, se debe observar que esté maduro y no presente manchas.