Asociado desde siempre al alimento básico, el pan ha sido muy criticado y descartado de las dietas actuales por considerarlo aliado de la suba de peso. Sin embargo, está comprobado que el pan es ideal para integrarlo en todo tipo de dietas, incluso en aquellas para adelgazar, sobre todo si se trata de pan integral. Lo importante, como en todas las comidas. es regular cuánto se ingiere. Cien gramos de pan por día (aproximadamente tres rebanadas) no sólo es un gusto que podemos darnos, sino también una necesidad, aún para quienes desean adelgazar. El doble de esa cantidad es lo recomendable.

Eliminar el pan de la dieta, en especial si es integral, es quitar su aporte en vitaminas del grupo B, ya que tiene vitamina B1 o tiamina, que es la que convierte en energía los carbohidratos, ayudando las funciones cardíacas y a combatir el stress y B3 o niacina; que es importante para el metabolismo de los glúcidos. La vitamina E, que también se cuenta entre sus nutrientes, es fuente de vitalidad y juventud. Contiene también ácido fólico y fibra. Entre sus minerales nos provee magnesio, fósforo, potasio y calcio.

Consumir pan es muy bueno para quienes padecen de trastornos cardiovasculares, y para prevenir ciertos cánceres, como el de mama y el de colon. Brinda energía por la abundancia de hidratos de carbono que contiene, por lo cual los niños, los deportistas y los que realizan cualquier tipo de esfuerzo físico, no deben ser privados de este alimento, que no posee grasa, por lo cual no aumenta el colesterol.

No se recomienda asociarlo a otros hidratos de carbono. Por ello, si se comen pastas, arroz o patatas, no es necesario que se agregue pan, pues serían demasiadas calorías. También es importante observar lo que le agregamos al pan.

La contraindicación la hallamos en quienes padecen celiaquía. Los hipertensos o quienes padecen problemas renales deben elegir aquellos panes elaborados sin sal.