Es un elemento químico que resulta fundamental para la vida vegetal, en sus procesos de respiración y nutrición. En suelos con escaso potasio las plantas crecerán y florecerán menos, aunque el exceso tampoco es bueno, ya que les imposibilitará adquirir otros nutrientes. En el reino animal, sirve para que las células funcionen en forma adecuada, lo mismo que el tejido nervioso.

El potasio interviene en la contracción muscular y en la actividad neuromuscular. Se complementa con el sodio, para regular el equilibrio de los fluidos entre el interior (potasio) y exterior (sodio) de la célula.

Se halla en numerosos vegetales, sobre todo en los brócolis, soja, coliflores, remolachas, nabos y berenjenas, y en frutas, especialmente las bananas, naranjas, cerezas, ciruelas y aguacates. También lo contienen la leche, los frutos secos, y está presente, aunque en menor grado, en casi todos los demás alimentos, como la miel de abejas. No se halla en los aceites grasas y azúcares.

Al hervir las hortalizas gran parte del potasio queda en el agua, por lo que se recomienda que ese agua sea utilizado para caldos, o agregado en salsas.

A veces ocurre que aunque se incorpora potasio en niveles adecuados, el mismo se pierde por trastornos reales, ya que el potasio se absorbe por el intestino delgado y en su mayoría se pierde por la orina, una vez filtrado por los riñones. También se pierde a causa de vómitos y/o diarreas, originando una hipokalemia, que presenta síntomas como fatiga, calambres y dolores musculares, desgano, hipertensión, arritmias, estreñimiento, pudiendo llegar a provocar en casos extremos parálisis de la función respiratoria, y al no existir este elemento que regula los fluidos corporales, puede sobrevenir alcalosis.